jueves, 21 de febrero de 2013

EL PIMIENTO DE LA TUMBA




En este capítulo van dos anécdotas juntas, porque uno de los personajes tiene un papel protagonista en ambas.
La primera, que la haré breve porque creo que es del dominio público, cuenta cuando Alfonso X el Sabio, viendo que no tiene hijos con su esposa Dª Violante , decide repudiarla. Entonces, no sé muy bien cómo, se busca una novia rubia y noruega que se llama Cristina. Emprende viaje la vikinga para venir a Castilla pero, para su desgracia, mientras dura el largo periplo, la repudiada pare una chiquilla hija del repudiador.
Desanda Alfonso los pasos dados para el abandono de Violante y reanuda el matrimonio. Pero claro, aquí llega la noruega y algo había que hacer con ella. Todo menos devolverla, pues el monarca castellano se postulaba por entonces para emperador de Europa y no le convenía ir enfadando reyes.
Entonces se acuerda de que tiene un hermano (el séptimo hijo de Fernando el Santo) eclesiástico que, aunque aún no ha sido consagrado, es arzobispo in péctore de Sevilla. Habla Alfonso con el papa y éste le retira los votos, le retira lo del “péctore”, le exclaustra y le lleva al altar con la noruega, de quien me hace muchísima ilusión pensar que era una monada nórdica (lo cierto es que era rubia y medía nada menos que 1,70).
Era el año 1258 y la pareja se instalan en Sevilla. La que venía para ser reina de Castilla, se encuentra ahora casada con un cura secularizado. La pobre chica, despechada, apenada y deprimida por la añoranza de sus fiordos (tan diferentes a los olivares sevillanos), murió 4 años después.
 

Un paréntesis. Está enterrada en la Colegiata de Covarrubias (Burgos). Aconsejo una visita a su tumba, siempre limpia y con una bandera noruega y otra castellana flanqueándola, que está bajo el cuidado de una asociación promotora de la amistad hispano-noruega (Hay gente p’a tóo).
Bueno, pues el viudo, una vez conocidos los placeres del matrimonio (claro, que fue muy corto), decide no volver a los claustros y se busca otra novia, Leonor Ruiz de Castro y Pimentel, con la que matrimonia en 1268.
A su muerte, ambos se hacen enterrar en unas tumbas preciosas construidas en 1274, que también merecen una excursión, en la iglesia templaria de Santa María la Blanca en Villalcázar de Sirga (Palencia). 

Lo sorprendente es que en la tumba de Leonor descubrimos que lleva en una de las manos lo que es, inequívocamente, un pimiento. ¡Ah! ¿Pero los pimientos no eran una planta americana traída a Europa después de 1492? Entonces ¿Qué hace un pimiento en una tumba de 1274?
HISTORIA PARA AMIGUETES.- XXXVI
14.02.13

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